Versionando el tradicional cuento infantil de Caperucita Roja.

En esta entrada podremos ver hasta nueve versiones diferentes del tradicional cuento infantil de Caperucita Roja, a cada cuál más entretenida (o no) y más controversial. Vais a poder observar cómo hay diferencias (aunque sean pequeñas) en todas las versiones e, incluso, cómo en alguna de ellas cambian el papel del personaje “bueno” y “malo” o el final del relato.

En primer lugar, me gustaría apuntar que la versión popular del siglo XVIII es muy diferente a la que yo recordaba, ya que el lobo en vez de comerse a la abuela acaba con su vida para utilizar su sangre y su carne para ponerle una trampa a Caperucita Roja. Aunque finalmente se acabe comiendo a Caperucita, es como si diera muchas vueltas para hacerlo… incluso antes de comérsela, le pide que se desvista y se meta con él en la cama, cosa que me parece un poco “raro”, ya que se trata de un relato infantil y a mí no me parece que este final sea acorde con las características de un cuento infantil.

Una de las versiones que más me han llamado la atención ha sido la que está escrita por Gianni Rodari, en la que vemos como un abuelo intenta contarle el cuento de Caperucita Roja a su nieto, pero no es capaz de seguir el hilo, ni siquiera de acordarse de que era Caperucita Roja y no amarilla, verde o negra. Ni siquiera es capaz de llegar al final de la historia y es su nieto quién le dice que no sabe contar una historia adecuadamente. Me sorprende que de un cuento tan escuchado se escriban versiones tan distintas y que en esta lo hagan cambiando todos los nombres y el propio sentido de la historia e, incluso, que no sepan llegar al desenlace.

Me gustaría apuntar cómo en la interpretación de Roald Dahl se sigue el curso normal del cuento de Caperucita Roja, pero el autor moderniza algunas partes del mismo, como cuando la niña le pregunta al lobo por sus orejas, su nariz o se pelaje y éste le contesta que si no se sabía el cuento o que ella estaba mintiendo. Por supuesto, me sorprende la imaginación del autor, ya que esta vez es la niña la que mata al lobo con su revólver y se hace un abrigo con su piel. Me gusta que cambien el final del relato y que encima pongan a la figura de la mujer como empoderada que no necesita la ayuda de nadie para salvarse.

De pequeña siempre me habían contado que Caperucita era mandada por su madre para atravesar el bosque y llegar hasta la casa de su abuelita para hacerle llegar bizcocho y miel porque estaba enferma, pero en el camino se encontraba con el lobo y le contaba a dónde se dirigía y por qué. Éste se adelantaba y se comía a la abuela, se disfrazaba y se metía en su cama esperando a que llegara la niña, para comérsela a ella también, aunque cuando iba a intentarlo, esta gritaba y llegaba el leñador para salvarlas a ella y a su abuela, rajándole la tripa al lobo y sacando a la abuela para llenársela de piedras y volvérsela a coser. El lobo se despertaba muy pesado y se caía en el bosque, muriendo por el dolor de tripa.

Como veis, las versiones de Charles Perrault y Grimm son las más parecidas al relato que me contaron de pequeña, salvando que, en el escrito de Perrault, Caperucita le lleva torta y manteca a su abuela, el lobo le hace desvestirse antes de que se meta con él en la cama y consigue comérsela.

En la interpretación de Grimm el lobo se las come a las dos, aunque el papel del leñador es importante porque es el que se da cuenta de que el lobo está durmiendo en casa de la abuela y de que se las ha comido a las dos, por lo que coge las tijeras y le abre la tripa sacando a la abuela y a la nieta de su tripa; el final de este cuento es igual al que yo conozco, ya que el lobo acaba lleno de piedras y muerto en el bosque.

Se podría decir que el relato de Marjolaine Leray es el que más me ha gustado de estas 9 versiones, ya que es un cuento totalmente distinto al tradicional; me atrae la forma en la que la autora cambia un poco los papeles de los protagonistas y no deja a Caperucita de niña indefensa. El cuento sigue su curso normal hasta que el lobo intenta comerse a la niña y esta le dice que le huele mal el aliento, por lo que le ofrece un caramelo y éste, ingenuo, se lo come y le mata. Es una forma sencilla (por la manera en la que está escrito) de contar este tradicional cuento infantil y más, si cambiamos un poco el papel de los personajes y del transcurso de la historia en sí.

La versión de J. F. Garner me ha dejado totalmente descontenta, porque parece que el leñador en vez de ayudar hace de menos a la niña y a la abuela, tachándole de machista y sexista, cuando lo único que quería hacer era ayudarlas. En todo momento, lo que hace Caperucita Roja es porque se siente segura, afianzada y segura de sí misma, pero lo que hacen el lobo y el leñador son acciones machistas, sexistas y racistas, cosa que no me parece justo, ya que se puede pedir ayuda y seguir siendo autosuficiente, al igual que se puede intentar ayudar sin hacer menos a otra persona.

Al leer la versión del Triunfo Arciniega del siglo XX, me han venido recuerdos del cuento de “Patito feo” de Hans Christian Andersen, ya que el protagonista es un pequeño patito que es rechazado y maltratado por los demás animales, como pasa en este relato con el lobo (que no es feroz), y que, a pesar de ser inocentes, los protagonistas en ambos relatos son culpados y sufren las consecuencias de su apariencia. Cabe destacar, que también hay una gran diferencia entre ambos cuentos, ya que en el “Patito feo”, el protagonista se convierte en un hermoso cisne, y en esta interpretación de “Caperucita Roja”, el lobo acaba cargando con la culpa de haberse comido a la abuela aun habiendo sido idea de Caperucita.

El artículo “Eterna Caperucita: La renovación del imaginario colectivo” de Teresa Colomer aborda tres principales ideas relacionadas con la evolución de la literatura infantil:

  • La reinterpretación de los cuentos tradicionales, que han sido reinventados a lo largo de los años para poder adaptarse a la actualidad y satisfacer nuestras necesidades como lectores del siglo XXI que somos.
  • Sugiere que los cambios que nacen en la cultura y sociedad actuales se reflejan en los “cuentos de hadas”, ya que son la manera en la que los escritores pueden expresar sus preocupaciones o aspiraciones.
  • Analiza la evolución que han sufrido los cuentos tradicionales, incluyendo nuevos personajes, rompiendo con los estereotipos de género y ofreciéndonos una visión más realista y acorde con nuestra realidad actual. Añadido a esto, los “cuentos de hadas” son un gran potencial educativo que nos sirve para transmitirles a los niños lecciones morales, a ayudarles a comprender el mundo que tienen a su alrededor y a que sean más empáticos con el que tienen al lado.

Comentarios

Entradas populares